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María Kodama murió sin dejar clara la herencia de Jorge Luis Borges

María Kodama murió sin dejar clara la herencia de Jorge Luis Borges

La viuda y albacea del escritor, fallecida el pasado 26 de marzo, no dejó un testamento y su abogado pide a la justicia argentina que designe un administrador mientras se resuelve la sucesión

María Kodama vivió los últimos 27 años cuidando con celo la obra de Jorge Luis Borges y murió el pasado 26 de marzo sin dejar testamento. Lo ha confirmado este lunes el abogado que la acompañó en sus incontables litigios, Fernando Soto, que ha iniciado un pedido para declarar vacante la herencia. Soto espera así que la Justicia argentina designe un curador para la obra del escritor y los bienes de la Fundación Internacional Borges, que Kodama presidió desde 1988 hasta su muerte.

Heredera universal del legado de uno de los escritores fundamentales del siglo XX, Kodama peleó hasta con el presidente argentino por tener la última palabra sobre la herencia de su marido. En los últimos años, había asegurado que tenía un arreglo ceder su potestad a dos universidades fuera de Argentina, una en Estados Unidos y otra en Japón, pero no lo dejó por escrito.

“A María no le gustaba hablar de sus enfermedades, su muerte era un tema que no quería abordar”, ha afirmado Soto a un grupo de periodistas convocados en su oficina. “Tenía la idea de establecer una continuidad para que la obra de Borges sea debidamente defendida; que intervengan universidades del extranjero para asegurar la objetividad del trato que acá, por cuestiones políticas, ideológicas y del entorno de Borges que la atacaba, no le daban seguridad”.

Kodama falleció la semana pasada de un cáncer que atravesó con la discreción que la caracterizó toda su vida. Tenía 86 años, la misma edad con la que murió Borges en junio de 1986, dos meses después de casarse con ella y designarla su heredera. Atacado por la ceguera y por un cáncer hepático, Borges había decidido mudarse junto a Kodama a Suiza a finales de 1985 y se casaron al año siguiente por poderes en el consulado argentino de Asunción, en Paraguay. En 1988, dos años después de la muerte del escritor, Kodama creó una fundación para administrar su legado y, desde entonces, fue la única encargada de la difusión de su obra. Así recorrió el mundo. En el camino se enfrentó a escritores, biógrafos y editores por la potestad sobre qué se podía publicar y cómo se hablaba de Borges. El poder le jugó una mala pasada: todo estaba a su nombre y ahora no tiene un heredero. Según el abogado, la Fundación dependía de su bolsillo y, sin la sucesión clara, tiene dinero suficiente “como para tres meses”.

“Ella dejó todo arreglado, ya se informará”, había dicho el abogado el pasado 26 de marzo, unas hora después de confirmar el fallecimiento de Kodama. Este lunes a mediodía, tras una semana de especulación sobre el legado del escritor más importante del país, Soto convocó a los periodistas para “exponer cómo será la continuidad del patrimonio de María Kodama y de los bienes y la obra de Jorge Luis Borges”. La continuidad, por ahora, está en el aire.

“No dejó testamento”, aseguró tajante Soto, y después matizó: al menos la escribana de confianza de Kodama no tiene un testamento escrito y nadie de su círculo cercano sabe si existe uno. El abogado, que fue su apoderado judicial desde 2001 hasta su muerte y forma parte de la dirección de la Fundación Borges, ha pedido a la Justicia que se declare vacante la herencia para designar un curador que proteja el acervo del escritor y un administrador que se haga cargo del cobro de derechos y pagos de obligaciones derivados de su obra.

Kodama, que según ha averiguado el abogado tenía un solo hermano que murió en 2017 sin descendencia, deja dos pisos en el barrio porteño de Recoleta y la casona de la familia Borges en el barrio Palermo, donde funciona la Fundación. Pero lo importante está en el invaluable archivo desperdigado entre esas propiedades y dos departamentos que alquilaba en Ginebra y París: manuscritos, primeras ediciones, decenas de condecoraciones y cajas cerradas cuyo contenido se desconoce. Sin nadie que reclame la herencia, pasados 10 años el legado de Borges pasará como bien público al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que tendrá el poder de subastarla.

En un escrito al que ha tenido acceso EL PAÍS, Soto pide a la Justicia que se abra el juicio sucesorio para encontrar a un posible heredero, que se haga un inventario del acervo de la pareja y que los bienes pasen a resguardo del Banco de la Ciudad de Buenos Aires, que tiene una sala designada para objetos artísticos. “En honor a nuestra amistad, por admiración a su persona y con el fin de proteger la obra de Borges y de la misma María Kodama, es que realizo esta presentación ante la Justicia”, escribe Soto, que también se presenta como parte interesada.

El abogado fue el representante legal de Kodama en un juicio por plagio que inició en 2015 al escritor Pablo Katchadjian, que en 2009 publicó una versión extendida de uno de los cuentos más conocidos de Borges, El Aleph. Katchadjian fue sobreseído dos años después y Kodama fue obligada a pagar los gastos del proceso. Según el escrito que Soto ha presentado ante la Justicia, los honorarios que cobró entonces le dan “mayor legitimación procesal para activar” el proceso de herencia vacante. Tras ese revés, hoy vuelve al frente de batalla por el legado de uno de los escritores más importantes del siglo XX.